Contiene la explicación de las máximas morales de Cristo, su concordancia con el Espiritismo y su aplicación a las diversas posiciones de la vida.
No hay fe inquebrantable sino aquella que puede encarar, frente a frente, a la razón, en todas las épocas de la Humanidad.
Los Espíritus del Señor, que son las virtudes de los cielos, como un ejército inmenso que se moviliza tan pronto ha recibido la orden de su comandante, se esparcen por toda la superficie de la Tierra; semejantes a las estrellas que caen del cielo, vienen a iluminar el camino y a abrir los ojos a los ciegos.
En verdad os digo, que han llegado los tiempos en que todas las cosas deben ser restablecidas en su verdadero sentido, para disipar las tinieblas, confundir a los orgullosos y glorificar a los justos.
Las grandes voces del cielo retumban como el sonido de la trompeta, y se reúnen los coros de ángeles. Hombres, nosotros los convidamos a este divino concierto; que vuestras manos pulsen la lira; que vuestras voces se unan y que en un himno sagrado se extiendan y vibren de uno a otro extremo del Universo. Hombres, hermanos a quienes amamos, nosotros estamos a vuestro lado: amaos también unos a otros, y decid desde el fondo de vuestro corazón, haciendo la voluntad del Padre que está en el cielo: ¡Señor! ¡Señor! Y podréis entrar en el reino de
los cielos.