Amigo lector:
Traemos a tu consideración, artículos de la más variada índole, que han sido seleccionados en virtud de la excelencia y veracidad doctrinaria que los caracteriza. Disfrútalos y aprovéchalos, pues todos tienden a ayudarnos en nuestra formación y educación moral. Se publican respetando su calidad y la libertad de ideas de sus autores. Algunos
levantarán polémica, pero el Anuario tiene el deber de informar sobre lo que ocurre en el ámbito donde nos desenvolvemos.
Publicamos buenas noticias del mundo espiritual, importantes artículos sobre ciencia, filosofía y religión. En estos campos estamos complacidos y contentos de poder brindarte lo mejor en todas estas áreas. Donde estamos fallando, de manera rotunda, es en ofrecerte las abundantes y jugosas noticias que se deberían estar produciendo en los Centros Espiritistas, pues muchos de ellos permanecen ausentes en el cumplimiento y desempeño de sus deberes fundamentales.
Del mismo modo, tal parece que la historia se repite cuando observamos, con pena y dolor, el abismo tan grande que existe entre la caridad y el idealismo de los primeros cristianos de la Casa del Camino, en Jerusalén, y los objetivos tradicionalmente predominantes en el Catolicismo Romano y en algunas corrientes del evangelismo comercializado y delirante de hoy. Notamos, con asombro, la ausencia casi total de la vivencia del mensaje de Jesús en estas importantes corrientes religiosas y consideramos que, con sus actitudes, se han colocado en completa contradicción con Su Doctrina de Amor. El Espiritismo debe rescatar, restaurar e implantar en toda su pureza al Cristianismo Primitivo, pero, lamentablemente, escasean los ejemplos y las actitudes verdaderamente cristianas Repasemos estas citas del Maestro Allan Kardec y juzguemos si nosotros y el Centro al que asistimos, estamos cumpliendo estas obligaciones que tanto nos conciernen:
“Sólo podemos alentar, con todas nuestras fuerzas, la beneficencia colectiva en los grupos espíritas; la conocemos en París, en la Provincia y en el Extranjero, donde han sido fundados, si no exclusivamente, por lo menos principalmente, con ese objetivo, y cuya organización no deja nada que desear; allí, los miembros más dedicados van a los domicilios
a informarse de los sufrimientos, llevando lo que vale, algunas veces, más que los socorros materiales: las consolaciones y los alientos. ¡Honores para ellos, porque son muy dignos del Espiritismo! Que cada grupo actúe así en su esfera de actividad, y todos juntos realizarán mejor su trabajo que lo que lograría hacer una caja central cuatro veces más rica”. (Del Proyecto de la Caja General de Socorro y otras Instituciones para los Espíritas. Revista Espírita, Vol. IX, julio de 1866, IDE, p. 204) “El verdadero hombre de bien es el que practica la ley de justicia, de amor y de caridad en su mayor pureza. Si interroga a la conciencia sobre sus propios actos, se pregunta a sí mismo si hizo todo el bien que podía; si despreció voluntariamente alguna ocasión de ser útil; si alguien tiene quejas de él; en fin, si hizo a otro lo que hubiera querido que hicieran por él”. (El Evangelio según el Espiritismo, IDE-Mensaje Fraternal, Capítulo XVII, Punto 3, página 228, 40ª Edición). El mal que practicamos los espiritistas es poco, lo cual demuestra nuestro deseo de mejorar, pero el bien que deberíamos hacer “hasta el límite de nuestras fuerzas”, deja mucho que desear y es ahí donde no
cumplimos con nuestro verdadero cometido. Al entregarte el Anuario Espírita 2006, tenemos la esperanza de
que todas estas cosas vayan a mejorar. A los críticos bien intencionados les decimos con el Apóstol Santiago que “nos muestren su fe con obras” –útiles y necesarias– y que nos envíen esas noticias para publicarlas, si Dios nos permite continuar con esta honrosa tarea.
Caracas, Venezuela. 31 de diciembre de 2005.