Anuario 1994

En los días que pasan, hay un recrudecimiento de la violencia sobre el hombre, en casi todas partes del mundo, bien sea en los llamados países del primer mundo, o en países más carentes de recursos de sobrevivencia.

Una crisis financiera mundial oprime a las clases menos favorecidas, llevando el hambre a millones de personas, asegurándose que sólo en Latino América, existen más de ciento cincuenta millones de nuestros hermanos viviendo en condiciones de pobreza extrema, haciendo sabe Dios qué esfuerzos para no robar y matar para satisfacer sus necesidades fundamentales.

Por otra parte, no se puede desconocer que, al lado de ese cuadro terrible y desolador, hay aparente prosperidad en las clases más altas del estrato social, poniendo en evidencia una perversa distribución de la renta en perjuicio de los más necesitados, pues mientras los ricos se hacen más ricos, ellos se vuelven cada día más pobres.

Esto no es una crítica pesimista, sino un retrato de la realidad y siendo así, puede ser publicado incluso en este libro amigo que procura llevar consuelo y luz a los hermanos del camino.

Sí, porque nos puede conducir a la conclusión lógica de que lo que le falta a la Humanidad en general, y al hombre en particular, es más amor, pues existe un cuadro de miseria tan amplio al lado de una prosperidad tan delimitada, dándonos la certidumbre de que, en el fondo de la crisis está el egoísmo, la ambición, la avaricia, comiendo en la carne de los menos favorecidos.

En vano la ciencia económica procurará una solución, para tales descalabros, con formulas, con leyes supuestamente imponedoras de disciplina en el mercado, puesto que ellas no toman en cuenta el sentimiento que anima a los que manejan el dinero, los bienes y alimentos que el pueblo necesita y es ahí justamente donde está el quid de la cuestión.

La única salida para la situación de penuria es la sementera del amor en el corazón de los hombres, para que ese amor brote frondoso y haga que el hombre sienta pena del hombre y siendo el caso, lo adopte como hermano del corazón compartiendo con él, el pan que le sobra, contentándose con una ganancia justa en el manejo de su riqueza, para no agravar el precio del alimento indispensable. También pegando por el servicio prestado un salario justo que asegure una vida digna.

Nosotros los espiritas, hemos batallado en la divulgación de la Doctrina Cristiana, en la Doctrina Espirita, que lleva a la Humanidad el mensaje del amaos unos a los otros, que es el sistema ideal, de vida y de convivencia, capaz de solucionar todas esas crisis dividiendo el pan de los recursos materiales, sabiendo que esto es un deber, puesto que todo patrimonio, en esencia, pertenece a Dios, y en realidad, sólo lo tenemos como préstamo, con la obligación de separarnos de el en ocasión de la muerte física que antecede a la prestación y arreglo de cuentas.

¡EI ANUARIO ESPÍRITA, como todo libro estrictamente de texto doctrinario, a pesar de su género, es un medio para sensibilizar el corazón de los hombres mostrando de cuántas maneras podemos ser útiles al prójimo, por el ejemplo de las Instituciones Espíritas Cristianas que proliferan en Brasil y el resto del mundo realizando un trabajo asistencial sin precedentes por su volumen y calidad, por el ejemplo de tantos hombres y mujeres que viven una vida útil en la lucha por la cristianización de las masas y de las élites, para que los hombres se unan en el amor cristiano más de prisa, que es la solución de todas las crisis, como en la multiplicación de los panes y los peces, operada por Jesús en la montaña donde atendió con poca cosa a millares de personas, que superaron su egoísmo y compartieron su propia carne, su propio alimento sustancial!

Así, pues, querido lector, al entregarte la presente edición del ANUARIO ESPÍRITA, la de 1994, estamos rogando a Dios que dé a todos los trabajadores del Bien, ánimo creciente para conseguir realizar la transformación del corazón del hombre, llevándolo a ayudar y socorrer a su prójimo, no sólo por caridad, sino también por deber.

Caracas, 31 de diciembre de 1993.

LOS EDITORES

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