Fuera de la caridad no hay salvación”.
“Fuera de la caridad no hay verdadero espiritista”.
“Se reconoce al verdadero espírita por su transformación moral y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones”…
El Evangelio Según el Espiritismo, Allan Kardec, IDE-Mensaje Fraternal, Cap. XVII, pág. 224.
En aquel tiempo preguntaron a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento en la Ley? Jesús les dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y mayor mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas”. Desde pequeños nos enseñaron que en la observancia de esta admirable síntesis radica la salvación del cristiano.
El Espiritismo aporta nuevas luces y deberes más completos, pero de ninguna manera viene a destruir o derogar la Ley, por el contrario: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo” sigue siendo la columna vertebral de la Doctrina Espírita y por tanto de obligatorio cumplimiento. A esto se agregan nuevos ordenamientos teniendo en cuenta el avance intelectual y moral que había alcanzado la Humanidad para la segunda mitad del Siglo XIX, así, el Espíritu de Verdad, en El Libro de los Médiums agrega, que el objetivo esencial del Espiritismo es “lograr la transformaciónmoral de la Humanidad”. Si resumimos en pocas palabras los deberes del verdadero espiritista tendremos tres de ellos que son primordiales, a saber:
Primero: “Amar a Dios sobre todas las cosas”.
Segundo: “Amar al prójimo como a nosotros mismos”.
Tercero: Transformación moral o educación del Espíritu.
¡Amar, servir, educarse!
Se pueden añadir otros deberes a esta lista, pero un hombre que haya observado conjunta e irreprochablemente los indicados que todos hemos aprendido al recibir las primeras lecciones doctrinarias cumplirá con su deber y logrará la salvación. (*)
Señalamos esto que pudiera considerarse como un lugar común, porque creemos que no se les está dando el valor que merece y de ello derivan consecuencias nefastas.
Por ejemplo: todos destacamos la importancia de la educacióny en especial la de los niños que serán mañana el futuro de la Doctrina y del Mundo. Sin embargo, es muy poco lo que se hace en los Centros Espíritas establecidos en Hispanoamérica, pues a duras penas, tenemos hoy un millar de alumnos que generalmente reciben una clase semanal de evangelización en una población que ya sobrepasa los 400 millones de almas y donde hay más de 150 millones de niños y jóvenes –Espíritus encarnados que esperan por las luces de la Doctrina Espírita.
No nos consta –salvo honrosas excepciones– que se esté haciendo ningún esfuerzo importante en esta área ni en las otras que señalamos, pues no parecen ser programas prioritarios, dentro del esquema actual.
Por tanto, nos preguntamos con mucha preocupación: ¿ Hacia dónde va el Movimiento Espírita?
¿Por qué se ha apartado tanto de lo esencial?
Si pudiéramos oír las voces de Jesús, Kardec y otros Espíritus Superiores ¿aprobarían ellos lo que estamos haciendo o más bien, lo que estamos dejando de hacer?
Querido lector: Recibe este modesto trabajo que te brindamos el Anuario Espírita 2001– confiando que todas estas cosas van a cambiar pues así lo requieren los planes del Padre Creador para que se pueda implantar su Reino de Amor en la Tierra. Deseamos que seas un modelo de verdadero espiritista y que puedas decir una sentida oración por todos los que tenemos el privilegio de servirte.
Caracas, Venezuela, 31 de diciembre de 2000.