Amigo lector:
Para nadie es un secreto que estamos viviendo momentos de difícil transición que se expresan en conmociones de todo tipo, como el hambre, la pobreza, diversas enfermedades, el incremento de la violencia en sus múltiples expresiones, etc., donde, además, pareciera que el egoísmo y el orgullo están ganando las batallas finales. Y esto se debe en gran parte a la negligencia del hombre que se permite caer en el atolladero de la inacción, donde campean la indiferencia y la irresponsabilidad ante los deberes morales y espirituales, mientras se regodea con los intereses efímeros y banales
del mundo.
Para encontrar la solución a semejante caos, se hace necesario que repasemos nuestro programa de responsabilidades ineludibles, que, según las palabras de Jesús, recogidas en el Evangelio y confirmadas en las Obras de la Codificación, nos dicen: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. (Marcos 12: 30 y 31) En Mateo 5:48 también se nos señala otra gran responsabilidad que el Maestro Allan Kardec, en El Evangelio según el Espiritismo, Capítulo XVII, nos explica debidamente: Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está
en los cielos es perfecto. Estas tres citas de los Evangelios, que no debemos seguir menospreciando, resumen, de forma clara y concisa, cuáles son nuestras primeras y principales obligaciones. Su inobservancia es la gran causante de los males que actualmente padecemos, como asimismo, de las pruebas y expiaciones que nos deparan un futuro principalmente caracterizado por sufrimientos y penalidades, obstaculizando la magnífica oportunidad que tenemos de crecer y
progresar. Vivir para amar a Dios sobre todas las cosas, al prójimo como a nosotros mismos, mientras luchamos por conseguir nuestra transformación íntima, deben ser nuestro objetivo esencial de manera que cumplamos un programa que sea absolutamente coherente con la voluntad de Dios.
Al cumplirse los 150 años del lanzamiento de El libro de los Espíritus, recordemos que este valioso tratado de cultura filosófica, científica, moral y religiosa, todavía es prácticamente desconocido por la inmensa mayoría de los seres humanos. Por lo tanto, tenemos la obligación moral de beneficiarlos con la ejemplificación y la vivencia que nosotros, los cristianos-espíritas, pudiéramos ofrecerles, pues esta es la manera más segura, rápida y confiable de divulgar las enseñanzas contenidas en esta magnífica obra. Entregándote el Anuario Espírita 2007, hacemos sinceros votos para que cumplamos todos con los sagrados deberes que nos incumben. Esto propiciará la implantación del Reino de Dios en
nuestros corazones y como consecuencia de ello, un nuevo orden de valores, se reflejará tanto en el bienestar material y espiritual de la Tierra, como en nuestra propia paz, salud y alegría. Esperamos que así sea…
Los Editores
Caracas, 31 de diciembre de 2006