Valerosas almas femeninas, por la fuerza de su humildad, de su elevada preocupación con la tarea a ser realizada, ante el compromiso asumido con el Plano Mayor de la Vida, muchas veces pasan desapercibidas, perdiéndose incluso en la memoria del tiempo. Y es con mucho cariño y con espíritu agradecido que en el Anuario Espírita 2015 hemos dedicado gran parte de nuestras páginas a ellas.
Todos conocemos la discriminación que el espíritu femenino, encarnado en la Tierra, sufrió y aún sufre ante diversas situaciones, conceptos y personas. Durante varios siglos, la mujer fue considerada como una criatura inferior, con responsabilidades meramente domésticas y procreadoras. Por desgracia, eso aún continúa sucediendo, pues nos hacemos eco de noticias publicadas en los más diversos medios de comunicación, de mujeres que sufren todavía por los abusos y prejuiciosa los que están sometidas.
No obstante, tenemos, en este período, como ejemplo de garra y lucha, a una niña de apenas diecisiete años: Malala Yousafzai, quien ganó el Premio Novel de la Paz, después de sufrir un atentado, hace dos años, y sobreviviéndolo, siguió corriendo el riesgo de morir por defender el derecho de todas las mujeres al estudio. Allan Kardec, a través de la orientación de los Espíritus, abordó ese tan polémico asunto con la publicación de sabios mensajes en la Revista Espírita, de diciembre de 1858. Recordamos, a continuación, fragmentos de algunas de esas esclarecedoras comunicaciones, cuyo objetivo era el de preparar tanto a hombres como a mujeres para que fuesen asimilando esa realidad irrefutable: la importancia real del alma femenina:
“Mujeres, no temáis deslumbrar a los hombres por la belleza, por la gracia y por la superioridad; mas, que sepan ellos, a fin de que se tornen dignos, que deben ser tan ricos de carácter, cuan bellas sois vosotras, tan sabios, cuan buenas sois, tan instruidos, cuan ingenuas y sencillas seguís siendo. Es necesario que sepan ellos que os deben merecer, que sois el premio de la virtud y de la honra, pero, de la honra según Dios”. “Las mujeres serán en todo semejantes a vosotros. Entonces, formaréis una gran unión: seréis cabeza, y ellas corazón; seréis pensamiento bienhechor, y ellas, las manos liberales. Uníos, pues, no solo por el amor, sino por el bien que podéis haceros mutuamente”. “Como hija de Dios, ella amará en sus hijos la visita del Espíritu creador; querrá saber para enseñar y educar a los suyos; amará a su país y sabrá su historia, a fin de iniciar a sus hijos en las grandes ideas progresistas. Serán madres y médicas, consejeras y mentoras; en
una palabra, serán mujeres según el Espiritismo, esto es, el futuro, el progreso y la grandeza de la Humanidad en su más amplia expresión”. Agradecemos a Dios por la oportunidad que nos ha dado de entregarte esta edición número treinta que consolida y da validez al ideal de servir al ser humano que abrazamos con mucha fe y alegría…
Acompañados por un Equipo de colaboradores dedicados, hemos logrado reunir un manojo de ideas y testimonios que esperamos ayuden a la transformación moral y al necesario ascenso hacia los constantes perfeccionamiento y pureza de todos nuestros amados lectores, incluyéndonos.
Los Editores
Caracas, 31 de diciembre de 2014.