Amigo Lector
Mahatma Gandhi dijo que, si todos los libros sagrados de la humanidad se perdían y solo se salvaba El Sermón de la Montaña, nada se perdería.
En efecto, además de todos los ejemplos de Jesús, sus curaciones, y sus enseñanzas, que permanecen vigentes e indiscutibles hasta hoy, el sermón pronunciado en el monte Eremos, ubicado entre Capernaum y Taba, cerca del mar de Galilea, esboza: de manera esclarecedora y contundente, que luego llegó a resumir en solo dos mandamientos:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Y El Sermón de la Montaña, en toda su esencia, viene a aclarar y probar la bondad del Padre, allí personificado en Jesús, a través de sus palabras, no solo de consejo, sino también de mucho amor, inspirando esperanza y fe.
Sabiamente habló de la bienaventuranza de quienes afrontan con valentía y confianza las vicisitudes de la vida, habló del sentimiento de alegría que debe habitar el corazón de todos, así como enumeró los males a evitar, para que el camino de bien, el camino de la felicidad, sea seguido por todos.
Y este año, pedimos a algunos colaboradores del Anuario que intentaran escribir sus artículos sobre este tema tan importante del cristianismo, justo cuando publicamos, en las primeras páginas, una versión bíblica del Sermón de la Montaña, descrito por el apóstol Mateo.
Y este Anuario, cumpliendo con su finalidad prevista, presenta, en este número, varios reportajes, entrevistas, noticias, artículos, en los más variados campos de la ciencia, el arte, la religión, la literatura, en definitiva, una recopilación de lo publicado, estudiado y observado dentro del movimiento espírita el año pasado.